Cine enredado en primera persona

Por Joan Carles Martorell | 8.01.2012
Tags Cine, Copyleft, Experimental, Ficción, Multimedia, Remix, Televisión, Transmedia, WebTV

Artículo que la revista cinematográfica "L'atalante" encargó en 2011 al realizador y productor Joan Carles Martorell sobre la relación entre «cine e internet» en su trayectoria profesional.

Cine enredado en primera persona


Entré en la universidad en 1999 obsesionado con las películas. Y allí aprendí, entre muchas otras cosas, que el «educador sentimental» de Occidente durante el siglo XIX fue la novela, y que luego ese papel lo heredó el cine a lo largo del siglo XX. Cuatro años después, ya entrado el siglo XXI y con mi licenciatura en Comunicación Audiovisual bajo el brazo, las cosas estaban cambiando bastante: ya se había empezado a emitir en HBO "The Wire" (David Simon, 2002-2008), Peter Greenaway y Julio Medem —dos de mis mitos de adolescencia— coqueteaban con proyectos multimedia/transmedia y Rockstar Games vendía su "Grand Theft Auto: Vice City" (2002) como rosquillas en todo el mundo. Pero todavía faltaban tres años para que internet se audiovisualizara de verdad.

En 2001, dos años antes de acabar mis estudios, Francesc Felipe —gran amigo y compañero de clase— y yo decidimos realizar nuestro primer cortometraje de ficción: "Noches Blancas" (2002). Iba a ser una adaptación experimental del cuento homónimo de Dostoievski de 1848, que además ya fue llevado a la gran pantalla por Visconti ("Le notti bianche", 1957) y Bresson ("Quatre nuits d’un rêveur", 1971). Pero mientras duró el proceso de elaboración del proyecto nos dimos cuenta de dos cosas: primera, que un film de ocho minutos no podía contener todo el universo de personajes, situaciones y pensamientos que queríamos transmitir —quizá tampoco noventa minutos serían suficientes—; y segunda, que pese a poder enviarlo a festivales de cine, pensábamos que el lugar ideal para albergar nuestro proyecto audiovisual era internet. Teníamos la osadía que tiene uno a los veinte añitos... y, de esta manera, "Noches Blancas", se convirtió en un cortometraje transmedia, probablemente el primero con sede en internet del que tengamos noticia en este país. Gracias a los premios que fuimos recibiendo por el cortometraje, pudimos realizar un filmensayo, un videojuego (mini aventura gráfica), textos, SMS, pinturas, audios e incluso nos asociamos a la representación teatral del cuento que el Teatre Lliure llevó a cabo por aquel entonces de la mano de Carlota Subirós ("Nits Blanques", 2004). En diciembre de 2004 se emitió un collage de 45 minutos en el último programa de "Boing Boing Buddha" (Manuel Huerga, Andrés Hispano, Félix Pérez-Hita, 2001-2004) de Barcelona Televisió. Finalmente nuestra web www.nochesblancas.com, nacida en 2002, tuvo cinco versiones diferentes y albergó los vídeos en varios formatos hasta que la dejamos congelada en 2005, año en el que editamos todo el proyecto en DVD. Y año, también, en el que Youtube nació para cambiar, para siempre, el consumo audiovisual tradicional.

Desde entonces, mi labor audiovisual ha estado siempre íntimamente ligada a la red. No solo porque todas mis producciones, desde cortometrajes —"Microfísica" (2008)— o programas de televisión —"We TV" (TVE, 2009)—, han estado tarde o temprano disponibles en internet, sino porque muchos proyectos los he desarrollado específicamente para ser consumidos en línea (desde webshows"Atízame", "Balzac TV"— hasta portales de creación colectiva —"Venusplutón!"—). Clave ha sido también que buena parte de mi perfil profesional esté muy ligado a la programación informática. No solo soy realizador, sino también programador y gestor de proyectos web, y eso me obliga —apasionadamente— a estar a la última en todo lo que sucede en la red, adaptándolo, siempre que he podido, a lo audiovisual. Y hay más constantes. Soy un inevitable hijo del cine digital. No es casual que en los festivales nacionales donde me he sentido más cómodo sean el ZEMOS98 de Sevilla —con una programación ecléctica e hipervinculada— o el Festivalito de La Palma —certamen de referencia en lo que a cine digital y low-cost se refiere—. En Sevilla pude vivir en primera persona los espectáculos de live cinema de Greenaway o DJ Spooky así como la fiesta del remix más promiscuo de los Eclectic Method. En La Palma conocí a dos de mis máximos referentes españoles cinematográficos actuales: Mario Iglesias, un maestro del cine exprés, del trabajo improvisado con los actores, del hiperrealismo en MiniDV; y Rafa Cortés, director de "Yo" (2007), uno de los mejores y más extraños filmes españoles de la década pasada, Premio Revelación en el festival de Cannes, con quien tengo el placer de trabajar ahora en su nuevo proyecto "This Is The Name".

Otro aspecto importante, inevitablemente relacionado con internet y el cine digital, es el uso de licencias copyleft. El copyright nació hace trescientos años para ordenar un mundo de átomos (el de la copia de los libros en la imprenta). Ahora, esos átomos son bits... y no es casualidad que la cultura copyleft surja junto a la informática, entorno en el que las copias y la economía de la escasez evolucionan hacia nuevos contextos y modelos de negocio. Sin copyleft hoy no existiría internet. Y por coherencia, la nueva cultura digital deberá aprender a trabajar en copyleft, de una manera u otra, ya que forma parte de su ADN. Este es sin duda uno de los temas más desafiantes del tiempo que nos queda por delante. En mi cortometraje "Microfísica" también quise jugar con esos límites. Al poco tiempo de su estreno en la sección oficial del Festival de Cine de Gijón, decidimos ofrecer, gracias a Archive.org, buena parte de los brutos del film en microfisica.com/remix. Licenciamos los clips con Creative Commons BY-SA para que la gente se los pudiera bajar y remontar a placer. Sin música, sin coloreado, sin tomas falsas. El código fuente en bruto del cortometraje. Dado que una parte del film fue financiada con dinero público, al público había que devolvérselo de alguna manera...

Mientras escribo estas líneas estoy trabajando en un nuevo proyecto. Se trata de un cortometraje de ficción —"Plenamar" (2011)— que se estrenará en el Festival de Valladolid (la Seminci). Trata sobre la infidelidad femenina y, junto a Laia Ordóñez (guionista y productora), vamos a ofrecer en la web Infieles.cc un mosaico de documentos, películas y entrevistas sobre el tema. El objetivo es plasmar en una interfaz web y de manera hipervinculada los contenidos que hace diez años habríamos ofrecido en un documental/film-ensayo de cincuenta y dos minutos —lineal y pasivo— para ilustrar la temática sobre la que versa el cortometraje, cuya naturaleza es más bien poética. Una vez más, internet parece el lugar ideal, específico, para narrar las cosas de determinada manera. Puede que más promiscua y exigente pero, sin lugar a dudas, más sabrosa y profunda para quien esté interesado en la propuesta.

Y volviendo a la educación sentimental, ¿dónde se encuentran ahora los relatos con los que construimos el imaginario? ¿Cuáles son las historias con las que aprendemos a amar, a entender quiénes somos, a comprender el mundo en el que vivimos? Tras el 11-S, lo que sí está claro es que nos ha tocado vivir en la era de la complejidad por excelencia. Ya nada es sencillo. Todo tiene sus matices. Nada empieza y acaba. Y ningún personaje puede dibujarse ya como blanco o negro. Y, por ello, puede que una película lineal de noventa minutos ya no satisfaga nuestros deseos y ambiciones para explicar nuestro tiempo. Quizá por ello el espectador de hoy en día disfruta como un loco viendo las series "Lost" (J.J. Abrams, Jeffrey Lieber, Damon Lindelof, 2004- 2010) o "The Sopranos" (David Chase, 1999-2007) —esas películas de noventa horas— con sus amigos en maratones interminables de fin de semana. También puede que explique por qué sumergirse en el videojuego "GTA IV" (Rockstar Games, 2008) le parezca una experiencia más comprometida, estimulante y callejera que cualquier film del último Coppola. O comparte con sus contactos los vídeos sesudos de Ted.com. Y eso que se supone que también vivimos tiempos de consumo rápido, de la cultura snack, del viral estúpido de Yonkis.com. Pero, todo ello, también nos fascina, todo forma parte de la mayor orgía de consumo audiovisual que jamás se haya vivido hasta la fecha. E internet, como soporte, como medio, como nuevo paradigma de la comunicación, tiene mucho que ver en todo ello. La hiperespecialización y los nichos de mercado, el pensamiento enciclopédico, la reformulación de la autoría, el tiempo real y la inmediatez, la horizontalidad y la inteligencia colectiva, las redes sociales y la ampliación de los círculos de empatía. Nunca hemos estado tan acompañados, al mismo tiempo que nunca nos hemos sentido tan diferentes del vecino. Las distancias se relativizan... y las industrias... y los amores también.

 

Joan Carles Martorell (Palma, 1981), es licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universitat Autònoma de Barcelona. Realizador audiovisual y productor multimedia, ha dirigido cortometrajes premiados internacionalmente y televisión. Trabaja habitualmente en internet y es colaborador docente en varios centros universitarios (IED, UOC, CESAG/UIB). Reside en Barcelona.

Artículo publicado originalmente en la revista "L’Atalante" en su número 13 de enero-junio de 2012. La imagen que ilustra este artículo pertenece al cortometraje "Microfísica", referenciado en el texto.

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