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Tags Cine, Documentales, Multimedia, Política
Cierto, "La pelota vasca. La piel contra la piedra" (Julio Medem, 2003) no es el mejor documental ni la mejor película de la primera década del siglo XXI –mi favorita es "Yo" (Rafa Cortés, 2007)–. Pero sí es uno de los proyectos cinematográficos y documentales más interesantes, complejos y conflictivos que yo recuerde por estos lares. Y por supuesto "La pelota vasca" también es la historia de un drama, el de su director, linchado y alabado por partes iguales: desde su estreno en 2003, Medem no ha vuelto a ser el mismo.
Medem, en los años 90, venía siendo un claro favorito de muchos. Aplaudido hasta por Kubrick, demostró que otro cine español era posible: "Vacas" (1992), "La ardilla roja" (1993), "Tierra" (1996), "Los amantes del círculo polar" (1998). Pero como donostiarra –y persona extremadamente sensible– que era, se podía intuir que tarde o temprano el conflicto político y armado de su tierra natal se asomaría a su filmografía, hasta entonces poblada de amoríos y realismo mágico. El mismo Medem explica muy bien sus motivaciones en su web. Y el resultado de más de un centenar de entrevistas y 150 horas de cintas DVCAM fue "La pelota vasca", un documental que fue más que eso, para convertirse en un proyecto multimedia. Pero vamos por partes.
Sin lugar a dudas, el aspecto más denso y controvertido fue su contenido: los nacionalismos (el vasco y el español), ETA, las víctimas, el Estado, la singularidad de lo vasco... Los ingredientes perfectos para desencadenar ríos de tinta en un país, España, poco dado a los matices. La premisa del documental fue dar voz a los participantes de un conflicto para que cada uno pudiera expresar sus opiniones al respecto, creando así un corpus polifónico, complejo y cargado de pequeñas verdades (muchas de ellas contradictorias) y fuego cruzado cuyo mayor logro fue –pese a las ausencias de los bandos extremos– el de abordar el conflicto vasco desde puntos de vista a los que no nos tenían acostumbrados los medios de comunicación, más preocupados en el pensamiento polarizado y de confrontación que no en todos esos grises que están entre el blanco y el negro.
Por supuesto, como documental, era inevitable que la sensibilidad de su autor, Medem, quedara en parte también reflejada en el discurso del film. Por ejemplo, cuando monta en paralelo el viaje de unos familiares de presos de ETA a una prisión y las declaraciones de la viuda de un ertzaina asesinado. Pero de esto, también, se trataba. Tal era la envergadura del contenido abordado que finalmente "La pelota vasca" se convirtió en un proyecto multimedia. Un film de 115 minutos no podía contener toda la información necesaria. Por eso, a parte del largometraje estrenado en cine, se añadieron un programa de televisión de 3 horas, una edición en DVD de 7 horas con navegación interactiva, una web –lapelotavasca.net, ya desparecida, con 1GB de materiales extras en vídeo, foros, fichas, etc–, un cortometraje para el film colectivo "Hay motivo" (2004) y un libro, tocho, que contenía, casi al completo, todas las entrevistas sin a penas cortes ni montajes en paralelo (ordenadas por entrevistado o temática). Tales materiales no sólo eran una ampliación de las entrevistas, sino que sus estructuras narrativas estaban hechas a medida de cada formato. El proyecto tenía que culminar con un film de ficción, "Aitor", que parece ser que ha sido aparcado. Ahora que el concepto de crossmedia está tan de moda, probablemente "La pelota vasca" fue la primera gran producción cinematográfica multimedia de nuestro país.
¿Y el documental en sí? Estuve en el preestreno de los cines Verdi de Barcelona y salí completamente conmocionado, yo tenía 22 años. El largometraje tiene un montaje trepidante e intenso, cual partido de pelota, a base de jumpcuts (cortes sobre el mismo plano para agilizar el discurso) que me enamoraron. Un montaje que también ha recibido críticas, por ejemplo del mismísimo Isaki Lacuesta. Aunque donde sus detractores ven atropello y confusión, yo veo diálogo, concreción, tempo y para nada indigestión (¿problemas generacionales?). Mención especial merece la música del recientemente fallecido Mikel Laboa: épica y de una densidad que hace justicia al contenido que ese está debatiendo. Y las tomas aéreas y los recursos de archivo (desde Orson Welles visitando Euskadi a pinturas, noticiarios o films) y los travellings frontales del final y los paisajes... Y las personas, con su dolor, sus sueños, sus fantasmas... Porque al fin y al cabo de eso se trataba, de seres humanos en conflicto.
Soy consciente de que hoy sigue siendo delicado hablar de "La pelota vasca". Incluso circulan rumores (¿leyendas urbanas?) de que Medem lamenta haberla hecho. Pero yo se lo agradezco. Fue valiente, tocó las pelotas al personal... Aunque vivamos en un país de descreídos, en un país de cerrar filas en torno a ideas y colectivos –sean del bando que sean–, un país, como decía, poco dado a los matices, a la empatía con el otro, al entendimiento mutuo. Bravo por Medem.
Texto originalmente publicado en "We Love Cinema" el 31 de enero de 2010 dentro de la colección "Las mejores películas españolas de la década".