Piratas de letra pequeña

Por Felipe G. Gil | 23.07.2010
Tags Cine, Copyleft, Crowdsourcing, Low cost, Youtube

Apunte sobre las poco debatidas condiciones que se exigen a los usuarios para participar en el proyecto "Life In A Day" que se realiza en Youtube.

Piratas de letra pequeña


Se ha extendido la idea de que un pirata es aquel que comparte un producto cultural en las redes de pares. No es extraño encontrar a gente con sentido común que desconoce qué significa el derecho a copia privada en España. Que creen que el copyleft es una ínfula hippie o una utopía comunista. En otra ocasión pusimos ejemplos de cómo es posible aunar la remuneración de los autores y fomentar la cultura audiovisual libre. En esta ocasión vamos a destapar lo que para nosotros sí es un claro ejemplo de piratería cultural.

La vida en un día

Ridley Scott, Kevin Mcdonald y la comunidad de Youtube nos presentan «un experimento cinematográfico histórico»:

"La vida en un día" es un experimento global histórico destinado a la creación del primer largometraje del mundo filmado por los usuarios: un documental rodado enteramente por vosotros en un único día. El 24 de julio, dispondrás de 24 horas para captar un retazo de tu vida con una cámara. Las secuencias más significativas y más fascinantes se editarán en un experimento documental producido por Ridley Scott y dirigido por Kevin McDonald. La película se estrenará en el Festival de Cine de Sundance en enero de 2011 y se podrá ver en Youtube. Si tu secuencia se incluye en la película definitiva, aparecerás como co-director de la misma y podrás convertirte en uno de los 20 colaboradores seleccionados junto con Kevin McDonald a la presentación del documental en Sundance.

En este vídeo con subtítulos en castellano Kevin Macdonald explica sus intenciones narrativas (las cuales, al margen de lo que vamos a contar, son loables). En el texto que acompaña el vídeo en la web principal, McDonald concluye: «se trata un experimento único en el ámbito del rodaje colaborativo». La película está apoyada por LG. A juzgar por la cantidad de idiomas a las que la página ha sido traducida, no parece ser un proyecto independiente o que cuente con pocos recursos.

La mayoría de medios que han recogido la noticia destacan lo innovador del experimento. Aquí es dónde quizás habría hacer un grito infinito que llegara a todos los rincones de todas las redacciones del mundo: ¿no quedan periodistas que sospechen? (excluyo conscientemente a periodistas ciudadanos, bloggers, etc.). Ningún medio español de los que han referenciado la noticia ("El Mundo", "El País", "La Vanguardia", "ABC") se hace eco de lo que vamos a mencionar.

La letra pequeña

Escarbando un poco se llega hasta este documento de Google donde se despliega la letra pequeña del proyecto. Y aquí empieza el mal rollo.

Lo primero, una recomendación aparentemente sensata: «Evita el uso de música en el vídeo». Pero, ¿no era un experimento audiovisual? ¿es que muchos de los usuarios de Youtube no narran su día a día añadiendo música a sus vídeos? Si lo que les preocupa es que sea música con derechos restringidos, quizás podrían dar un listado de canciones permitidas. O música compuesta por los propios usuarios. O música libre de derechos. O quizás... lo que quieren son los brutos bien limpios para poder editar a su gusto, vale.

Seguimos. Solo puede participar en el proyecto «cualquier persona que tenga más de 13 años». Y continúan: «excepto los ciudadanos nacionales y residentes de Cuba, Corea del Norte, Irán, Myanmar (Birmania), Siria y Sudán, y otras personas y entidades limitadas por programas de sanciones y controles de exportación estadounidenses». Es decir, cuando Kevin McDonald dice aquello de que el proyecto «constituye una cápsula en el tiempo a través de la cual se podrá mostrar a generaciones futuras cómo era la vida el 24 de julio de 2010», ¿qué piensa decirle a un niño que pregunte en el año 2050 «Papá, ¿antes no existían los niños como yo?». Quizás... Es que grabar un rodaje colectivo con niños es complicado por temas de derechos... Vale, vale. ¿Y qué le diríamos si pregunta por los ciudadanos excluidos de los citados países? Mejor nada.

Y por fin, el punto álgido. Llegamos al centro de la llaga. La verdadera letra pequeña. Las siguientes dos preguntas:

¿Recibiré alguna compensación económica si mi secuencia se utiliza en la película?
No, no recibirás ninguna retribución económica por colaborar ni por ser seleccionado. No obstante, tu nombre aparecerá en los créditos de la película.
¿Quién será el propietario de mi vídeo si resulta seleccionado para la película?
Seguirás siendo el propietario del vídeo, pero deberás aceptar los términos y condiciones para otorgar a Life In A Day Films el derecho de incluir tu vídeo en la película y de hacer un uso permanente de la misma en todos los medios. Al subir el vídeo, también aceptas la concesión de determinados derechos del mismo a Youtube, tal como se establece en los términos de uso.

En definitiva. No estamos hablando de una productora independiente. No estamos hablando de una administración que luego cederá los materiales producidos a dominio público. No, estamos hablando de LG, de Ridley Scott, de Kevin McDonalds, del Instituto Sundance y de Youtube (Google por extensión). ¿Este es el camino a seguir? No, esto es lamentable. Van a producir una película precarizando el trabajo de quiénes la realizan. Nos hacen creer que el usuario está en el centro y está en el extremo, junto con la letra pequeña, desde donde los autorizas a explotar tus imágenes sin remunerarte económicamente. Expolian tu creatividad. ¿Y a cambio de qué? Sí, claro. De que puedas decirle a tus amigos que eres co-director y de la posibilidad de viajar a Sundance. Toda una forma de generar nuevos modelos de negocio.

En España

Esta tendencia no es nueva. Y es muy peligrosa. Ya en la dichosa campaña de "Esto sólo lo arreglamos entre todos", venía (en la letra pequeña, cómo no) una cláusula infame que decía:

Los usuarios, por el hecho de acceder a la web y utilizar sus funcionalidades, autorizan a S.C.P.F., en exclusiva y con facultad de autorizar a su vez a terceros, sin limitación territorial, para llevar a cabo la fijación, reproducción, distribución, comunicación pública, puesta a disposición y transformación de su imagen incluida en los vídeos y/o fotos que facilite todo ello para su explotación a través de la web o cualquier otro soporte o medio de comunicación (con carácter enunciativo y no exhaustivo: on-line, televisivo y/o video-gráfico).

Y en la "Wikipeli", proyecto financiado por Mahou, también:

Los usuarios que participen, a través de cualquier aportación de contenido, por el hecho de participar, ceden de forma gratuita los derechos para la comunicación pública, reproducción, comercialización, distribución y transformación a Mahou para su inclusión y difusión en la página web lawikipeli.com y para la explotación del cortometraje mediante cualquier modalidad de difusión o distribución a nivel internacional y con la facultad de cederlos a terceros.

Así pues, consideremos esto como una mala noticia de «lo 2.0». La buena es que todavía existen muchos insensatos capaces de leerse la letra pequeña. Como este comentario anónimo en la noticia de "El Mundo" dedicado a "La vida en un día":

Yo les voy a mandar un vídeo de 20 minutos en el que aparezco, bueno, aparece mi mano, con los dedos índice, anular y meñique bajados, y el del medio levantado, para que se lo metan por donde les quepa.
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