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Daniel Kahneman, Nobel de Economía, en una entrevista dijo:
«Somos incapaces de desentrañar la complejidad del mundo, así que nos contamos un cuento simplificador para poder decidir y reducir la ansiedad que nos crea que sea incomprensible e imprevisible.»
Interpretamos la vida como un relato y, dependiendo de cómo nos contamos ese relato, vivimos la realidad de una manera u otra.
En octubre de 2009, en la esquina de la calle 90 con MacArthur de la ciudad californiana de Oakland, un coche viró bruscamente dando origen a un aparatoso accidente. El conductor sobrevivió, pero el pasajero no.
El pasajero era Richard Davis, hermanastro de Darrell Armstead (aka Dreal), un popular turf dancer. Armstead cuenta entre sus amigos con Yoram Savion, un joven videomaker, a quien conoció cuando estaba haciendo una investigación audiovisual sobre violencia juvenil. Cuando Darrell Armstead se enteró de la muerte de su hermano, se desplomó. Junto a Savion y a otros elementos de su banda, The Turf Feinz, decidieron volver a esa esquina y filmar una turf dance como tributo a Davis. La intención era muy simple: querían conmemorar y santificar la esquina donde murió.
Este maravilloso vídeo fue pasando sigilosamente de muro en muro, en Facebook, rebotando por blogs de todo el mundo, y siendo objeto de mucha atención en Twitter. Sin darse cuenta, Armstead y Savion, con su tributo, estaban también dando a conocer al mundo un baile típico de East Oakland, el turfing.
Yoram Savion, quiso filmarlo desde lejos para conseguir una ligera profundidad de campo, y no interferir con el objeto retratado. La lluvia, la excelente elección del tema musical, los jump cuts de ese único plano-secuencia y la imagen ralentizada, añaden un toque melancólico a la ocasión. La presencia del coche de la policía, los papeles que se caen al suelo y el tráfico, le dan el toque realista. La elasticidad y la precisión de los movimientos de los cuatro performers añade un toque de magia, casi irreal, a las imágenes.
Savion, no es uno de esos que salen de la nada: es un joven israelí crecido en Francia, que a los 17 años emigró a Berkeley, California, donde se licenció en una mezcla entre new media y sociología étnica: "New Media, Art, and Social Change". Es en la Universidad de Berkeley cuando empezó su investigación sobre violencia callejera juvenil que lo llevó al Youth Uprising, una entidad mezcla de centro cívico, living lab y plataforma para la reducción de la brecha digital, al estilo del Citilab de Cornellà, o el Medialab Prado en Madrid. Ahí acabó siendo responsable del departamento de multimedia. A partir de esa experiencia nació Yak Films, y se forjó la relación con los street dancers (perdonad el uso del inglés, pero decir bailarines callejeros, suena fatal) de East Oakland. Muchas horas de trabajo después llegó ese especial tributo a Richard Davis que se convirtió en un video-manifesto viral sobre cómo los jóvenes interpretan la danza callejera y vehiculan sus emociones.
El tributo a Davis podría haber quedado en el fenómeno de un sólo vídeo, pero no fue así. Aprovechando el repentino éxito Savion y sus socios de Yak Films decidieron dar el salto y profesionalizarse manteniéndose fieles a lo que les gusta. Hay creadores que cuando les llega la oportunidad la saben aprovechar. En poco tiempo, el canal de Yak Films empezó a coleccionar algunas de las mejores piezas de hip hop dance y decidieron crearon un programa sobre el tema.
Todo funciona con un afinado uso de las playlists. En la primera temporada hicieron 52 episódios, creando un programa por semana.
Un sistema simple, pero con sus peculiaridades. Cada semana sacan un vídeo de entre 3 y 5 minutos, a modo de tráiler del programa, en el que Kash Gaines introduce los temas y vídeos de la semana y al final invita a mirar la playlist con los vídeos en su versión íntegra.
Son muy conscientes que la gente cada día hace un mayor uso de móviles y tabletas para ver los vídeos, donde no funcionan las anotaciones en flash, y por eso repiten el enlace a la playlist en forma de hipervínculo en la información del vídeo, y Kashie lo anuncia en cada tráiler, hábil estrategia para garantizar la máxima audiencia.
Este mecanismo narrativo ha ido depurándose con el tiempo y parece haber encontrado cierta madurez y se ha convertido, por lo menos para mí, en un código fuente de lo que es para ellos el hip hop hoy.
La estructura, como buen huevo de colón, es extremadamente simple.
Una vez acabado el tráiler al darle al botón que aparece en la imagen, arranca la playlist con un vídeo unlisted, de esos que no aparecen en la lista de vídeos del canal de Yak Films, para no entorpecer un visionado seguido de los programas. Estos vídeos, que hacen de cortinilla, permiten a Kashie profundizar un poco más en los comentarios sobre el vídeo que sigue.
Cuando pasan a los vídeos que han encontrado en la red, no tienen que hacer otra cosa que añadirlos a la playlist, respetando así la autoría y dirigiendo ahí tráfico e impactos que generan beneficios económicos para los titulares de los derechos de los vídeos. Respeto de las normas, elegancia, eficacia y sostenibilidad a partes iguales.
Con ese sistema, los mismos de Yak Films multiplican los impactos publicitarios de sus vídeos, cosa que les ayuda a generar un mínimo de beneficios económicos que les garantiza continuidad.
Cada semana van colgando fragmentos de vídeos que juntos dan forma a un programa coherente y eficaz. Con el tiempo han conseguido el lujo de ir grabando por diferentes continentes, retratando lo mejor de las battles callejeras, battles oficiales de hip hop, tutoriales o vídeos artísticos grabados por ellos mismos.
Algunas de las empresas relacionadas con el circuito de las hip hop battles, les pagan para grabar los vídeos, y a veces sus propios anuncios ya que sus resultados son excelentes, y al final lo que consiguen son decenas de millones de visionados de calidad: gente que se suscribe a sus canales, que miran los vídeos y vuelven una y otra vez.
El uso que hacen de las redes sociales es también de manual. A sabiendas de que lo que tratan es universal (el baile y la música), pero dedicado a un sector muy concreto, diría de nicho, tienen presencia en casi todas las redes sociales, desde Twitter, Facebook, la rusa VK, y plataformas específicas, por citar solo algunas.
Personalmente estoy enganchado a su canal. No es sólo por los dancers/performers, que me parecen de otra galaxia, sino también porque a pesar de que la cámara muchas veces es casi estática, en cada programa descubro 3 o 4 canciones nuevas de mucha calidad, de un colectivo tan hermético como fascinante.
Con un lenguaje absolutamente específico de las plataformas digitales, van desgranando un relato de bailes que desafían la gravedad de una manera «incomprensible e imprevisible», y se convierten en un buen antídoto a la ansiedad de estos tiempos. Un antídoto del que aprendo.
La imagen que ilustra este artículo es de Yoram Savion fotografiado por Stephen Loewinsohn. Fuente: http://www.eastbayexpress.com/ebx/ImageArchives?oid=1987042&by=1637127