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Tags Cine, Código fuente, Copyleft, Educación, Evento, Experimental, Política, Remix
«Luke, yo soy tu madre». Lo pudo haber dicho Esperanza Aguirre. O al menos eso es lo que un usuario pensó al reversionar las miles de parodias virales surgidas bajo la etiqueta #aguirrefacts después de que la presidenta de la Comunidad de Madrid se atreviera a declarar: «Yo destapé la trama Gürtel».
Ese es el tipo de sociedad en el que vivimos. Cadenas virales que parodian mensajes ridiculizables de quiénes tienen presencia mediática. Un niño que sale del dentista y, en lo que podía haber sido una anécdota del ámbito doméstico que hace 15 años hubiera pasado desapercibida, con Youtube de por medio se convierte en un icono de la cultura popular, objeto de remezclas, imitaciones, camisetas, chapas, etc; un joven afroamericano que realiza unas declaraciones en las noticias de una cadena local de Maryland y su peculiar forma de hablar es utilizada por otro joven para realizar un hit digno de MTV, que posteriormente es imitado y versionado por miles de personas, incluso por una banda universitaria de North Carolina. Esta es la sociedad en la que la remezcla se ha convertido en un ecosistema cultural. Y ahí es donde se inserta el trabajo de Jonathan Mcintosh, cuyo código fuente audiovisual pudimos disfrutar el pasado sábado 9 de abril en el 13 Festival ZEMOS98.
Autodefinido como hacker de la cultura popular, artista de la remezcla audiovisual política y profesor de nuevos medios (por resumir), Jonathan es un tipo curioso. «Solo conozco dos o tres lugares en EEUU que pongan buen café». Su trabajo consiste en deconstruir el discurso dominante (medios, políticos, corporaciones) y realizar remezclas audiovisuales que pongan en evidencia dicho discurso. Así lo hace en su último proyecto, "Donald Duck Meets Glenn Beck in Right Wing Radio Duck".
¿Qué prefieres? ¿Llegar a mucha gente usando narrativas estándar? ¿O llegar a poca gente y abrir nuevos caminos narrativos? Son dos de las preguntas (abiertas y no necesariamente ambivalentes) que plantea el trabajo de Jonathan Mcintosh. Evidentemente, en un país con más de 300 millones de personas y con muchos ejemplos documentados acerca de las graves fobias que allí se globalizan (amor por las armas, racismo, sexismo, homofobia, patriotismio extremo, etc.) no parece descabellado pensar combatir con lenguajes e inconografías populares a profesionales del fomento del miedo como Glenn Beck (escuchado por 30 millones de personas en su programa de radio a diario). De hecho, es todo un triunfo comprobar que un «simple vídeo» haya obligado a un personaje como este a posicionarse públicamente. Quizás porque como defiende el propio Mcintosh: «No se trata de remezclar materiales audiovisuales sin más, se trata de subvertir el discurso de otros». Y esos «otros», para él, no son más que quiénes tienen el poder. Quiénes ostentan una posición de privilegio en representación mediática. Quiénes pueden pulsar un botón de oro que lleva tallado la palabra crisis. Mcintosh añade además que si existiera una escala con 5 categorías con respecto a su trabajo (muy en contra, en contra, indiferente, a favor y muy a favor) él sólo pretende conseguir que se desplacen de una a otra (que quién está en contra pase a ser indiferente, que quién esté a favor pase a estar muy a favor y así sucesivamente).
Para Mcintosh ser fan de algo implica poder involucrarse y exigir la propia versión del objeto de deseo. «Se puede amar y criticar algo al mismo tiempo» nos dice. De hecho, uno de los ejemplos historiográficos más interesantes mostrados en su sesión es el vidding. Una disciplina audiovisual, practicada por mujeres principalmente, en la que se realiza un videoclip de alguna obra perteneciente a la iconografía popular, pero no para ensalzar la historia sino para destacar un aspecto no presente en ella. ¿Qué eres fan de "Star Trek" y te indigna que no existan personajes homosexuales en la historia? Pues creas un vídeo donde sugieres la posible relación homosexual entre el capitán Kirk y Spock. De hecho Mcintosh se confiesa fan de la serie "Buffy Cazavampiros" y otra de sus remezclas más populares es "Buffy vs Edward", donde mezcla las historias de Edward, protagonista de la saga "Crepúsculo", con las de Buffy, para realizar una reflexión de género sobre la caracterización de ambos personajes.
En este sentido, la remezcla no solo cuestiona el uso inapropiado de imágenes de terceros (sin permiso e ilegal según el país; en EEUU Mcintosh está protegido por el fair use, una excepción legal que permite a artistas y educadores elaborar todo tipo de remezclas de cualquier material sin fines comerciales directos). La remezcla permite a cualquier persona dar rienda suelta a su imaginación y elaborar su propia versión de cualquier historia. La remezcla cuestiona nuestro sistema global de relatos. La remezcla nos permite deconstruir el habitualmente estereotipado mensaje de los medios e introducir nuestras filias particulares, desafinando así (tan sólo un poquito) la balanza de representaciones mediáticas. La remezcla cuestiona la pertenencia de cualquier historia. De cualquier palabra.
«La remezcla es como la pintura: es una herramienta, ni más ni menos». Por tanto la remezcla en sí misma no puede ser cool ni molar sin más. Para Mcintosh, muchas de los artistas que trabajan en remezcla corren el riesgo de ser elitistas o de reproducir mensajes llenos de lugares comunes. La remezcla en la que cree Mcintosh tiene detrás unos principios. «El hacker tiene una ética: deconstruye el mundo y nos ayuda a entenderlo». Pero al fin y al cabo, cuestionar el sistema forma parte del sistema mismo. Ecuación irresoluble del remezclador para la que Mcintosh concluye: «Para el futuro confío en las personas y no en el sistema». Una paradoja esperanzadora. O una desesperanza paradójica. Escoge tu versión y remézclala.
La fotografía que ilustra este artículo está en la cuenta de Flickr de ZEMOS98.