Commonspoly: el juego de los comunes
¿Existe alguna forma de luchar contra el neoliberalismo? ¿Podemos soñar en un sistema en el que los bienes pasen a ser públicos? En 2015, desde ZEMOS98 nos hicimos la pregunta de si existe una alternativa para ver el mundo y, desde esa cuestión (pareciera) tan utópica como irreverente, dimos vida junto a otras personas que participaron en nuestro último Festival a Commonspoly: Una forma de piratear el tradicional Monopoly, para convertirlo en un juego de mesa sin ánimo de lucro, que fomenta la “cultura de la cooperación” y pone en tela de juicio el modelo violento de privatización del sistema neoliberal.
Esta propuesta ha sido una de las prácticas artísticas analizadas por el Laboratorio del proyecto europeo CreaTures que, desde 2020 estudia cómo las prácticas creativas favorecen e impulsan la transformación social. En concreto, se trabajó sobre una versión específica llamada Commonspoly Green Edition. ¿Cuál es el objetivo principal de este particular juego de mesa hackeado? Estimular un enfoque colaborativo basado en los “bienes comunes” para el uso de los recursos públicos como una alternativa sostenible al modelo extractivista de privatización capitalista. ¿Cómo tratamos de conseguirlo? Fomentando dinámicas colectivas en detrimento de visiones estratégicas basadas en la competencia y el individualismo, ayudando a las personas a imaginar y negociar estrategias comunes aplicables en contextos de la vida cotidiana.
Dinámica del juego: Especuladores vs Comuneros
Inspirado en el tablero original, cada espacio proporciona bienes u otros recursos que pueden ser privados, públicos o comunes, pero cuyo intercambio se basa en conocimientos de las prácticas comunales alentando a los jugadores a aunar recursos y actuar colectivamente contra los «Especuladores», los personajes nefastos del juego que abogan por la privatización extrema. De esta forma, en lugar de competir para acumular bienes, el desafío es crear una sociedad en la que trabajar juntos por los bienes comunes.
Desde su lanzamiento, el juego se desarrolla en sesiones públicas y eventos culturales involucrando a comunidades locales, o comprándolo y descargándolo para jugar en privado. Los archivos son además editables para ajustarlo a los contextos específicos, instando a una autoría colectiva donde el juego se desarrolla a través de este prolífico intercambio. Esta dinámica convierte al Commonspoly en un artefacto comunal por sí mismo.
Para escalar su distribución, desde ZEMOS98 se creó una red de Embajadores, actores clave y diez pequeñas librerías, que también actúan como facilitadores del juego Commonspoly. Esta red ha comenzado a expandirse a Finlandia, Grecia, Portugal e Italia, generando partidas que han sido documentadas para el proyecto de CreaTures para entender el potencial social de nuestro juego de mesa.
¿Sabías que una profesora brasileña lo adaptó para sus alumnos a su realidad local? ¿O que un experto del esperanto lo tradujo en el Reino Unido? De esa pregunta inicial que nos planteamos llegamos a estas otras en las que solo ponemos sobre el papel los logros de un proyecto que ha amasado una red comunitaria internacional unida por los compromisos a largo plazo, los debates críticos y la educación relacionada con el tema de los bienes comunes y los modelos económicos socialmente sostenibles.
En definitiva, un artefacto educativo para imaginar juntas sistemas socioeconómicos basados en la colaboración, la reciprocidad y la solidaridad en lugar de la explotación y el extractivismo.
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