El municipalismo en tiempos del Coronavirus
Hace unos días se cumplía un año del penúltimo de los vertiginosos cambios de la política en el estado español en los últimos años: las elecciones de 2019 volvían a cambiar el panorama municipal de muchas ciudades y lo que en 2015 había sido un acontecimiento histórico (muchas ciudades comenzaban a ser gobernadas por plataformas políticas nuevas, de izquierdas y no asociadas a los grandes partidos de siempre) parecía dar paso a un nuevo ciclo de corte más conservador. Durante esos cuatro años de legislatura habíamos acariciado la idea de hacer una segunda parte de Recetas Municipales, el documental que publicamos en 2015. Y entonces, por fin, nos animamos a retomar esa conversación que había quedado pendiente.
Recetas Municipales junta a cinco personas que se sientan a charlar sobre cómo ha sido su paso por las instituciones: Gala Pin (ex-concejala de Barcelona en Comú), Claudia Delso (concejala por Marea Atlántica en A Coruña), Elena Giner (ex-concejala en Zarazoga en Común), Ysabel Torralbo (ex-concejala de Málaga Ahora) y Guillermo Zapata (ex-concejal por Ahora Madrid) conversan sobre conflictos, contrapoder, aprendizajes o la imposibilidad de volver a esa casa previa al paso por la institución.
Lo que ocurre es que el marco político del documental se enfrenta ahora a una realidad muy distinta. La pandemia, además de matar a miles de personas en todo el mundo, ha puesto en jaque a las instituciones y a la ciudadanía. En el estado español hemos vivido además como la ultraderecha, cacerola o volante en mano (obviemos por un segundo lo que implica convocar una manifestación en coche que termina en atasco) protestando en contra del Gobierno.
Durante el periodo de confinamiento hemos optado por mantener un perfil bajo en redes. Creíamos que no era el momento de proclamas ni conjeturas apresuradas. Lo que está pasando es demasiado grave como para añadir más ruido. La vida ha seguido y la ‘nueva anormalidad’ nos ha traído consigo este escenario político extraño.
Al margen de que este escenario político podría ser la imagen ampliada y distorsionada de lo que ocurre en Madrid, lo cierto es que hay una pregunta legítima que pone en diálogo el documental y lo que está pasando con respecto a la pandemia: ¿Qué queda o qué podemos aprender de la experiencia municipalista en un momento donde la protesta en la calle parece liderada por la ultraderecha y en medio de una crisis global sanitaria como la que estamos viviendo?
Le hemos preguntado esto mismo a las personas que aparecen en el documental y estos son algunos extractos de sus reflexiones.
Dice Gala Pin:
“Creo que hay una diferencia entre aquellas movilizaciones que defienden el interés general, del cual el Estado no tiene el monopolio, las administraciones públicas y los bienes comunes, y aquellas organizaciones que lo que hacen es defender un interés particular, como es el caso de estas movilizaciones de extrema derecha (…) El municipalismo es importante ahora mismo porque esta crisis va a dejar a mucha gente en una situación de extrema vulnerabilidad, por no decir de extrema pobreza. Si hasta ahora no ha habido un estallido en este sentido, ha sido por las redes sociales comunitarias, generadas a nivel territorial, y esta crisis lo que nos muestra es la necesidad de elaborar e implementar un modelo de colaboración público comunitaria, como no lo hemos tenido hasta ahora, si no queremos dejarnos a mucha gente fuera de la solución de la crisis. Eso se hace desde el territorio, desde la proximidad y esa proximidad son sólo las ciudades (…) Y para eso hace falta la política municipalista. Ahora bien, es cierto que una de las cosas que aprendimos es que hay como 20 relaciones de interdependencia con las diferentes capas. Esto tiene que venir acompañado de una legislación estatal que permita hacerlo.”
Dice Elena Giner:
“Como todo lo que nos ocurre de repente y de manera brutal, lo que pasa con esta pandemia es que ha puesto en evidencia cosas que ya ocurrían y que se nos presentan de una manera ineludible. Y bueno, pensando un poco en lo personal o en el ámbito más privado, los desvelos que hemos podido tener cada una de las personas que hemos vivido esta pandemia no pasan sólo por la preocupación por perder un trabajo o por lo económico, que por supuesto ha sido importante. Los desvelos de la gente tenían mucho que ver con las personas mayores, con la preocupación por la salud de uno mismo o de las personas de alrededor, principalmente las más vulnerables con los niños. Y ¿qué hacer con los niños, con la familia, con cómo se para el mundo? Realmente lo que para el mundo es por ejemplo que no haya cole para llevar a los niños. Todas esas cosas que desde las apuestas municipalistas y los ayuntamientos del cambio llevábamos como elemento prioritario fundamental se ha impuesto de una manera tan evidente y tan aplastante, que es ineludible ahora mismo plantearse ese paradigma de los cuidados, y que es lo que ahora mismo sí es compartido a nivel a nivel general como prioridad o como necesidad. Lo que es importante es conseguir que eso se traduzca en políticas más allá de un corto plazo, una resolución del propio momento de pandemia y que sigan siendo una prioridad. Yo creo que ahí sí que las agendas que iniciamos más ecosociales son válidas. De hecho, hemos podido ver cómo ayuntamientos totalmente conservadores y que no querían ni oír hablar de bicicletas están desarrollando carriles bici o modalidades para circular, por ejemplo”.
Dice Guillermo Zapata:
“Hay una sensación muy fuerte y muy rara volviendo a ver el propio documental, como de estar hablando desde una cosa que sucedió hace mucho tiempo y resulta que en realidad hace poquito más de un año. La desigualdad, la falta de vínculos, la necesidad de recolocar nuestras economías en el ámbito local, las necesidades de pensar, digamos, las formas de participación en la ciudad en un momento en el que las que la calle es un lugar que se ha transformado radicalmente. Todas esas cuestiones, de alguna forma, nos han colocado una esperanza grande en los Estados, pero no como una nueva mirada sobre el Estado como un lugar que puede producir redistribución. Esto nos vuelve a colocar en la necesidad del duelo municipal, de lo local, de las de la recuperación democrática y de derechos del territorio para salir adelante, para poder vivir. Yo diría que la extrema derecha es, digamos, un fantoche muy peligroso que grita mucho y se queda muy ronco porque el mundo le ha puesto un espejo que es el de su propia impotencia, el de su propia incapacidad para para estar a la altura del presente. Quien está a la altura del presente es quien está haciendo una cola para recoger a sus hijos, cuidando a sus padres o montando espacios de apoyo mutuo, o sacando adelante iniciativas institucionales para que la vida sea posible”
Dice Ysabel Torralbo:
“La salida a la calle de la ultraderecha ha sido aún más perjudicial para ese contrapoder que supone la movilización social, y se ha instalado el temor de que las críticas al gobierno aumenten su desgaste. En mi opinión no se trata de desgastar, sino de empujar hacia las mejoras sociales y de los servicios públicos, siendo una situación de oportunidad para el gobierno ante una mayor sensibilidad social a las consecuencias de la crisis y la necesidad de poner los cuidados en el centro de la política. El municipalismo nos enseñó que no hay poder en la institución si no se cuenta con una base social que empuje las políticas distributivas y de mejora de servicios públicos. Que los ciudadanos deleguemos totalmente en la política institucional nos expulsa del debate político y a la larga debilita al gobierno, lo vuelve cobarde, acomodado y nos hace conformista con «lo menos malo»; perdiendo la perspectiva de las transformaciones urgentes y necesarias, ya evidentes desde la anterior crisis de 2008.”
Dice Claudia Delso:
“La experiencia municipalista nos reafirmó en la importancia de la proximidad como un campo de acción y de relación. Como un lugar desde el que generar otro modo de hacer política, honesta y transformadora. Creo que eso sigue vigente. Con la pandemia del covid-19 estamos viendo que la respuesta más ágil está viniendo de la autoorganización social y de la innovación ciudadana. De espacios híbridos y diversos (como aquellos espacios en los que germinó la primavera de 2015). En todas las ciudades se han organizado grupos de apoyo mutuo que reparten alimentos, cosen mascarillas, articulan redes de apoyo al comercio local y muchas cosas más, pero sobre todo, en medio de la pandemia están dando una respuesta inmediata y ágil, en muchos casos antes que las instituciones. La pandemia y sus consecuencias han reactivado muchas redes. Las demandas de los movimientos sociales son claras y concretas: plan de choque social, renta básica, servicios públicos de calidad, justicia fiscal, puesta en valor y refuerzo de todo el ámbito de la economía de los cuidados, transición ecológica ante la emergencia climática, etc. Es evidente que el marco ha cambiado, en muchas ciudades ya no gobernamos y la pandemia del covid-19 nos enfrenta de una manera todavía más nítida a las grietas del sistema. Pero el aprendizaje municipalista está ahí y siempre fue de código abierto, ¡aprovechémoslo!”
Los movimientos sociales se han movilizado y desplegado en muchas ciudades, no sabemos si el futuro tendrá la forma del municipalismo o si tendrá otras formas menos espectaculares o visibles. Lo importante es cuidar a quién más lo necesita. Estos días, por ejemplo, parece activarse de nuevo la marea blanca para transformar los aplausos en cambios sistémicos que se sostengan en el tiempo y fortalezcan la sanidad pública. Por todo esto, el debate sobre qué podemos aprender de todas las cuestiones políticas y sociales que rodearon al municipalismo, nos parece que están vigentes. Os dejamos con el documental.
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